27 ene 2012

“Juana de Arco” (1999), de Luc Besson


Cómo lucir con prestancia la corona del martirio sororal
(Mi comentario a “Juana de Arco” (1999), de Luc Besson)

Cada vez que, agazapado en la caseta del perro para sustraerme a los rigores intelectomorales de mi hermana omnipresens et omnipotens, me enfrasco en la lectura consolatoria de la vida de Juana de Arco, sorpréndeme nuevas y disparatadas disparidades entre esas dos mujeres extraordinarias:

1) Juana recibía de niña la visitación prodigiosa de las voces de las santas Catalina y Margarita, y la del Arcángel San Miguel. Mi hermana recibe desde siempre las voces teletransportadas de sus muy profanas amigas; San Miguel es lo más innocuo que se beben.

2) Las voces exhortaban a Juana a la devoción, a la liberación de su patria del yugo del invasor y a servir a su rey hasta verlo coronado. A mi hermana le llaman a la diversión, a quitarse de encima al pesado de su hermano mayor (yo) y a no servirse nunca más que a sí misma.

3) Juana, con su inmensa fe y entusiasmo, galvanizó el derrotismo de la tropa, llevándola (al grito de “Allez les bleus”, supongo) a forzar al enemigo a levantar el sitio de Orléans. Mi hermana pasa de fútbol, aunque mira que le he propuesto veces venirse de animadora a los partidos de mi equipo; con sus danzares, con esa ropa ajustada que lleva siempre y con su modelada figura seguro que dejábamos de ser antecolistas.   

4) La primera misión militar de Juana fue como avitualladora de las tropas (de ahí que los controles de avituallamiento en el tour de Francia sean precedidos por una jaculatoria a la santa). Su hábito constante era vestirse como un hombre (inaugurando así la larga tradición de la moda andrógina y del travestismo franceses). Su gran ideal y hazaña fue expulsar a los ingleses de su territorio (el primer desembarco de Normandía de la historia acabó pues, merced a ella, en fracaso). Mi hermana no hace sino avituallarse y atiborrarse de palomitas y chocolatinas hasta que suena el periódico “dies irae” de la operación bikini. Su modo de vestirse consiste en parecer (en verano, no sólo parecer) desvestirse, siguiendo mucho en este punto las últimas tendencias de las más afamadas meretrices. De política pasa, y de Gibraltar no sabe ni que viven allí primates diversos, pero, eso sí, babea al mínimo gorgorito de cualquier gaznápiro anglopiante, sólo va al cine para yankadas y no puede imaginar nada “cool” si no es “ininglis”.

5) La virginidad de Juana de Arco fue verificada dos veces por avezadas matronas (la segunda vez, poco antes de morir, a los diecinueve años). Mi hermana no concluyó entera su primer día en el “kindergarten” (ya en el parvulario, fue repetidamente expedientada por acoso sexual, y de niña nunca pasaba por un parque sin extraer inspiración para sus procaces fechorías de los variados columpios orientados a las infantiles, inocentes contorsiones).

6) Juana coronó a su rey legítimo. Lejos de eso, mi hermana no hace más que fastidiarme.

7) Juana era requerida como consejera en disputas teológicas, y le fue sometida (aunque no sólo a ella) la tarea de discernir entre dos sedicentes papas. A mi hermana sólo se la puede consultar con un asomo de confianza en cuestiones teleológicas (es decir, relativas a la tele, si la etimología no me traiciona): es una autoridad en telebasura, una auténtica doctora en heces, Nuestra Señora de los Vertederos. Y en cuanto a papas, para la friki de mi hermana el Papa es un friki; los únicos papas en que ella está empapada son los papanatas con los que va exhibiendo su inmensa vulgaridad por esos conciertos caros, esos aeropuertos baratos y esos inapreciables, despreciables días de su juventud en almíbar.

8) Juana fue materia de conflicto entre la universidad de París (inficionada de influencia inglesa y de sus miasmas de entonces: el nominalismo, el occamismo) y la de Poitiers (santuario a la sazón de la teología francesa tradicional). Mi hermana es fuente de controversia entre universidades que se disputan, numerusclausurando o sinequanonando, el privilegio de NO admitirla como alumna, por mucho que ella apunte, bajo y más bajo, a carrerillas de chichinabo que la titulicen por arte de puro transcurso.

9) Juana fue juzgada (luego de ser aprehendida y entregada a sus archienemigos ingleses), aunque estaba condenada de antemano. Mi hermana es la que juzga, aunque debería ser condenada de anti-hermano. Juana fue declarada hereje, cismática, apóstata, adivinadora y mentirosa, pero no bruja. Mi hermana ni conoce (ni quiere conocer) el significado de las tres primeras palabras, necesita leer el horóscopo hasta para saber qué ponerse y no miente porque no conoce (ni quiere conocer) la verdad. Pero es una bruja vocacional que en vez de sangre tiene nigérrimo y pestilente hollín en las venas.

10) Juana fue quemada en la hoguera (en Ruán), y lo fue tres veces, para evitar toda posibilidad de que ni siquiera las cenizas se convirtieran en reliquias. Murió intoxicada y abrasada tras gritar tres veces “Jesús”. Su proceso, esa ordalía, fue anulado en 1456, y ella fue erigida a los altares en 1920. Mi hermana me tiene quemado a mí, y anda todo el día abrasándome a peticiones de cosas (discos, monedas, favores), de modo que lo poco que me queda a salvo de su larga mano prensil lo considero, verdaderamente, una reliquia. Ella vive, pero está ya intoxicada de noche y de licores y de caprichos, consumida de tanto consumir, y no puedo imaginarla gritando otra cosa que el nombre de Jonas o el de Justin o el de cualquier otro mesías efímero de la industrializada mitología dizque musical. No hará falta anular nada en su vida, porque ella misma se la anulará entera. Y si alguna vez llega a un altar será para dar el sí a un incauto al que, a cambio de cuatro carantoñas mal administradas, pueda exprimir hasta el tuétano.

Agazapado en la caseta del perro para sustraerme a ese vacío pernicioso, a esa atmósfera vulgarmente enrarecida que crea a su paso mi hermana omnipresens y omnipotens, concluyo la lectura consolatoria de la vida de Juana de Arco algo amargado, y no poco interrogado, por una revelación preñada de melancolía que me asalta de repente: Juana de Arco tuvo un Destino, mi hermana no tiene ni siquiera un curriculum.      (24-ene-12)

1 comentario:

  1. Pues creo que sale más a cuenta una cita con tu hermana que con doña Juana. Por favor, inserta su móvil y/o correo electrónico en el blog. Unos cuantos seguro que te la entretenemos y te la quitamos de encima.

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