Cabecillas discurriendillo
(Mi comentario a “Celda 211” (2009), de Daniel Monzón)
Sede de la cadena de televisión que produce el filme. Alocución del productor al director.
(Grabación clandestina).
“Escucha, aspirantillo, esto va a ser un producto de
nuestra cadena, o sea, un producto de calidad (tal como nosotros la entendemos),
así que no nos toques los huevos poniéndote exquisito, ¿vale? Queremos una
americanada de cárceles, que sea fuerte, muy fuerte, tan fuerte que la escoria
de nuestra audiencia se corra viéndola, ¿me sigues? Ya nos ocuparemos nosotros
de los chupatintas que dan la pasta (a alguien tienen que dársela, ¿no?; y si
no, pues les hundimos), de los gafapastas de la crítica (ninguno será tan
gilipollas como para cerrarse una puerta a la tele), de los medios de
comunicación (hoy por ti y mañana por mí, ¿lo pillas?), y de los panolis que
asignan los goyas, que son la crème de la
crème (¡la crème de mis cojones!)
de todos los anteriores. Tú, aprendiz, ocúpate sólo de hacer una peli de cárceles
que le ponga al personal los huevos de corbata, ¿lo entiendes? Me vas a meter,
para empezar, dos minutos de un tío cortándose las venas (y que se vea todo bien,
nada de mariconadas), luego me pones una paliza de patadas en la barriga a un
enfermo de cólico, me insinúas (por lo menos) otra paliza a un preso y, venga,
también una a un policía, para que haya hostias ‘pa todos (¡y no me seas rácano
con la salsa de tomate!). ¿Y qué más? Joder, ya que estamos metidos en harina,
échale también al gazpacho una amputación, un linchamiento, un intento de
suicidio y una carga policial, y en cuanto a asesinatos a sangre fría, ahí
tienes barra libre, tío, no dirás que no te mimo. El caso es que nuestra
clientela diga, relamiéndose de gusto, “qué fuerte, macho, qué fuerte”, y que se
vaya a casa haciéndose lenguas de la pasada de “thrillers” que somos capaces de
rodar en la Piel de Toro, colega. Oye, te repito que ni se te ocurra ponerte
esteta, ni hacerte el listo con los diálogos, que ni tú eres Tarantino ni
maldita la falta que nos hace que lo seas. Tú haz algo violento, y punto, que
para eso se te paga, muerto de hambre. Lo queremos muy americano, ya te lo he
dicho, así que mete por ahí lo de “asesinato en primer grado”, que siempre
queda chulo, no te pases de listillo enterándote de la terminología nacional
para la misma cosa. Y hablando de hablar, quiero la hostia de tacos, quiero palabras
soeces a carretadas, te prometo un “bonus” si pasas de las cien mil obscenidades
y burradas: a la peña le encanta, así que me copias en la peli los doblajes
de tus macarradas yankis favoritas, y ni se te pase por la cabeza añadir nada
tuyo, ni original, ni autóctono, ni pichas en vinagre. Quiero impacto, ¿te
enteras?, impacto y nada más que impacto, y si tienes que montar escenas
absurdas, momentos de tensión gratuitos y fútiles (qué se yo, una negociación
con los presos abortada por nada, o un robo de walkie-talkie para nada),
duplicaciones o comportamientos inverosímiles de los personajes (como un
policía cabronazo que primero apalice a inocentes y al minuto siguiente baje de
buen rollo al encuentro de los criminales), descubrimientos o revelaciones
absurdos o disparatados (como grabar y emitir en un telefonillo la
gesta del cabronazo susodicho), pues lo haces, a mí la verosimilitud o la coherencia
o la lógica me la sudan, y las patochadas que sobre ello pueda esputar la hez de
intelectualoides hasta me ponen cachondo. Y tampoco te acojones con los
uniformes ni con la democracia ni con esas milongas, ¿estamos?, este penal es
el puto infierno, ¿vale?, los polis son torturadores sádicos (vale, cuela a
algún pringao entre ellos, aunque sólo sea pa’ coger el teléfono), los etarras son
intocables presos de conciencia, los presos son una horda de frikis rompetodo, y
los tíos encorbatados son por definición unos hijos de puta del tamaño de una
catedral. Este es el nivel, así que no te desniveles. Ni se te pase por la sesera ponerte pedante situando la acción en
“Zamora, 1973” o una mamarrachada parecida, ¿acaso quieres asustar o dormir a
la plebe con antiguallas, dramas “de época” o espanta-audiencias parecidos? Si
quieres, ya puestos, hacemos otra de la guerra civil, no te jode, y la peña nos
corre a gorrazos, por seguir dando la matraca con eso (y mucho peor, no va ni
Dios a ver la peli). No, tú me vas a situar la peli en ahora, con dos cojones
(y para darle más color me metes una banda de colombianos, que se llevan mucho
este año, y GEOS, y antidisturbios, y la CNN, y cualquier otra telediariada que
te salga de la polla), la peli pasa ahora, te digo, en la jodida democracia de
los derechos humanos, o como sea ese eslogan, y si alguien allá arriba protesta, pues
de puta madre, tío, publicidad que nos sale gratis. Porque esta peli tiene que hacer
ruido, mucho ruido, tiene que sonar como un tiro, doler como un puñetazo, fuerte, fuerte, tenemos que
disparar mil salvas mediáticas para que ni las monjitas de clausura dejen de
venir a meternos en el bolsillo los ocho euritos de la entrada al cine. Con
esta peli nos hacemos de oro, joder, te lo digo yo. Oye, he dicho hasta las
monjitas, así que ya me estás poniendo en la peli algo que haga tilín a las
tías, que si hacemos la peli para que vayan sólo tíos a las salas, estamos
perdiendo dinero como panolis. Mira, vas a agregar a la historia una tía,
digamos la mujer del chico, se la vas a mostrar a la gente en ropa interior,
que eso siempre funciona, y la vas a condimentar con un poquito de cama y un poquito
de cariñitos (para que tengan cada uno lo suyo el novio y la novia que vayan
juntitos al cine, ya me entiendes). ¿Te parece suficiente? Si dices que sí, es
que eres un pringao XXL que no tiene ni un miligramo de olfato comercial, perdona que te lo
diga. Mira, tías en bikini que dan besitos y que se tumban en una cama salen hasta
en las pelis de dibujos animados para parvularios, así que esas cursiladas las dejas
para los vídeos navideños con tus sobrinitos, ¿estamos? Esta va a ser una
película fuerte, sólida, contundente, una película de impacto, ¿ya lo has olvidado?
Nosotros, tu cadena amiga, vamos siempre más allá, ofrecemos siempre más, ¿no
lo sabes? Quiero que la tía esté preñada, muy preñada, y que el policía cabrón
se la cargue de un porrazo, eso quiero, ¿qué te parece? Quiero que el personal en
la sala se revuelva de odio contra ese hijo de puta, que los tíos que los tengan bien puestos salten de las butacas para matarle a hostias o rajarle a navajadas en la pantalla,
allí, en el cine mismo, y quiero que las novias de esos machotes se deshagan
mientras tanto en lágrimas como si la chica asesinada fuera su propia madre. ¿Estoy
siendo bastante claro? ¿O no eres lo bastante director, o lo bastante hombre,
como para atreverte a guiar todo este tonelaje de instintos y de emociones?
Ojo, queremos conmocionar, estremecer, escalofriar de dolor al mujerío de la
platea, pero no queremos torturarlo, así que nos va a hacer falta un chico guapo que
contrapese, favoreciendo al mismo tiempo nuestras expectactivas comerciales, el
mal momento que vamos a hacer pasar a las féminas, en esta cadena amiga siempre
nuestras fieles, siempre nuestras favoritas, no hay que olvidarlo. El chaval tiene
que ser joven y guapete y, si es posible, inexpresivo, así que no quiero ni oír
hablar de un actor para que haga el papel. ¿Que al pollito no se lo va a creer
ni el tato? ¡Vuelta a lo mismo! Repito que la verosimilitud me la trae floja,
que me da igual que el sujeto sea un alfeñique, o que su psicología sea endeble
(qué vergüenza usar esa palabra, "psicología", entre estos muros, si me oyeran mis jefes…), o
que su evolución sea increíble (de funci novato a cabecilla carcelario en un
pispás, y como si tal cosa), todo eso me la refanfinfla a dos manos y en
primera velocidad, ¿está claro, al fin? Impacto, impacto, impacto, ese es
nuestro único lema: un tío duro para los tíos (por cierto, de tipo duro me
buscas algún actor de carácter que esté un poco de moda, y dile que se busque
para la peli un “look” chocante, verás cómo babean los críticos, y balan sus
lectores, con la interpretación genialísima del portento, etcétera, etcétera), un tío bueno
para las tías, y hacemos que a la caja de la taquilla le rebosen los billetes,
palabra de productor. Y, si ponemos de guinda a la peli un final tipo “Cauboi
de medianoche”, te juro que nos llevamos el gordo de la lotería, así que,
adelante con los faroles, arreglátelas para que el duro y el blando acaben
muriendo juntitos y amiguitos (bueno, bah, puedes salvar a uno, por si se nos
ocurre rodar una segunda parte, o una serie de tele, o llevar al tipo a un
reality show de los nuestros, o qué sé yo). No, para este final no tienes que
preparar nada a lo largo del relato (que te dejes de psicologías, coño, que
esto no es arte y ensayo, que aquí vamos a lo seguro sin ensayar), tú sólo
rueda la escena de uno herido de muerte en brazos del otro, con el blablablá
típico, y ya verás cómo el populacho se nos derrite de pena penita pena. Porque
con esta peli damos la campanada, ya verás, eso si no vas y la jodes con
artistadas, con verosimilitudes, con psicologías o con cualquier otra de esas
zarandajas (de esas mierdas) con que os lavan el cerebro en esas facultades
donde deberían enseñaros solamente a hacer cine de calidad, como el que aquí
hacemos, y como el que vamos a hacer con “Celda 211”, te lo juro, si no tienes
los santos huevos de desviarte un ápice de las consignas que acabo de darte. Y
mis años de experiencia como productor me dicen que, por la cuenta que te trae, y también porque nadie le hace
ascos a la fama y a la pasta, te vas a guardar mucho de hacerlo, ¿verdad, mindundi?”. (21
de septiembre de 2015)
No hay comentarios:
Publicar un comentario