Mis
notas a "El hundimiento" (2003), de Oliver Hirschbiegel
Una adaptación al
cine de un testimonio directo y fidedigno de las últimas semanas de la cúpula
nazi en el bunker berlinés, cuando la capital del Reich estaba cayendo a pasos
agigantados en manos rusas, es por fuerza algo tan intrínsecamente interesante
(al menos para mí) que es necesario sacudirse la fascinación y “afilar las
uñas” a la hora de juzgarla.
Sin embargo, me
parece que la tensión esencial de la película es clara: se trata de trasladar
fielmente la crónica insuflando al mismo tiempo algo de vida y de calor en la
misma; este propósito es obvio desde el primer momento, con la elección del
punto de vista de la discreta secretaria Trudl para contar con ojos “humanos”
la historia de la agonía del Führer y su círculo (cuando naturalmente no es la
secretaria la autora del libro en que se basa la peli).
El resultado de
este intento no es muy satisfactorio; aunque simpatizamos con la lealtad de la
secretaria, y la acompañamos en su escapatoria final hacia la vida y la
libertad, el tono de crónica y el peso de la misma se impone abrumadoramente.
De modo que la
película finalmente tiene mucho de documental animado, o de docudrama: como
prueba, la larga lista de personajes históricos retratados, de los cuales se
nos revela al final el destino (¡cuántos de ellos murieron no hace muchos
años!).
Hasta el punto de
que, honestamente, uno desea que todas esas caras y nombres hubieran aparecido
al principio, para poderlos reconocer y seguir a lo largo de la película (creo
recordar que esta táctica se sigue, con buenos resultados, en “El día más
largo”, sobre el desembarco de Normandía); de ese modo, la historia hubiera
ganado fuerza, al saber que TODOS esos caracteres fueron realmente históricos,
con unos antecedentes y un destino posterior; a mi modo de ver, éste es un
serio fallo de la película, en el que creo que incluso los expertos en el
nazismo (o sea, gente que puede reconocer en el búnker más personajes de los
que puede reconocer un profano como yo) estarían de acuerdo.
Hablando de
personajes, me sorprende la elección del actor para Goebbels: qué cara tan
peculiar…
Son sumamente
adecuados en cambio Eva Braun, Himmler, Speer, Frau Goebbels o los generales.
De la
interpretación escalofriante de Bruno Ganz como Hitler se ha dicho ya todo.
En cuanto a la
historia, se trata de una crónica de desesperación y supervivencia; quien no se
aferra a la sombra del líder por fidelidad perruna, lo hace por lealtad
profesional, o por sentido del honor; los otros esperan al final hallar una
salida, y muchos la hallan.
Presionados por las obligaciones y temores
(crecientes) del día a día, los personajes no hacen ninguna reflexión general,
no extraen ninguna conclusión ni hacen ningún juicio: una cotidianidad tan
sobrecargada como la suya les abruma por completo.
Hirschbiegel
traslada bien la histeria y la perplejidad de los encerrados, sus planes
finales, sus secretas esperanzas; asimismo, la ambigüedad de unos (Speer), las
evasivas o evasiones de otros (Himmler), el delirio de unos pocos (Frau
Goebbels).
La película es
apropiadamente claustrofóbica, aunque se permite salidas al exterior, como el
“patio” del búnker, la escena de los niños combatientes en la calle (la
historia del niño no funciona en absoluto, por cierto) o, por supuesto, la
salida final del búnker con la esperanza de sobrepasar las prietas líneas
rusas.
La claustrofobia y,
sobre todo, la prevalencia de la crónica, como he dicho antes, y precisamente
de una crónica de “los últimos días de los últimos nazis”, tienen como efecto
que la película resulte bastante gélida, desde el punto de vista emocional:
hasta el punto de que el ápice del horror (en el comportamiento asesino, de
auténtica y desmesurada Medea moderna, de la señora Goebbels) nos pilla, y
hasta nos deja, un tanto fríos.
Muy interesante la
aparición final de la auténtica secretaria Trudl: una ancianita habitante de
Munich que nos dice que no sabía nada de lo de los judíos y que, pese a todo,
conociendo ahora lo que hizo Sophie Scholl, admite que “la juventud no puede
ser una excusa”; obviamente, la ancianita es una hitleriana convencida, pero
por supuesto inconfesa: no se puede trabajar tres años –o sea, sin huir
aterrorizada el primer día– al lado de un hombre del carisma de Hitler, y no
sucumbir para siempre a su halo…).
El punto fuerte de
la película es la reconstrucción histórica de aquel momento en aquel lugar, el
seguimiento de lo que aquellos hombres espantosos (empezando por el Führer)
hicieron en sus últimos días, la descripción de la atmósfera humana del búnker,
el fiel traslado de una memoria documentada y detallada de la caída del último
refugio nazi.
En este sentido, la
película es un éxito, porque es fiel, porque es minuciosa y porque es, en lo
que se ciñe a esa re-creación, impresionante.
(19 de enero de 2013)
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