3 mar 2013

“Tali-Ihantala 1944” (2007), de Ake Lindman y Sakari Kirjavainen


Mis notas a “Tali-Ihantala 1944” (2007), de Ake Lindman y Sakari Kirjavainen


Para ser una película con pretensiones informativas, patrióticas y épicas, “Tali-Ihantala 1944” resulta realmente confusa, desdibujada y soporífera.

Al parecer, todo es real y realista: los nombres de los comandantes, las escaramuzas y los lugares precisos en que tuvieron lugar, los carros de combate y las armas cortas utilizadas. La película se rodó con fines casi documentales.

Se trata del enfrentamiento, en el verano de 1944, entre el invasor ruso-soviético y el modesto pero bravo ejército finlandés. Toda la acción transcurre en junio y julio de 1944, los meses decisivos para la conclusión, con honrosos resultados para los fineses, de la llamada Guerra de Continuación, sostenida entre Finlandia (con apoyo alemán) y la URSS.

Pues bien, los avatares del enfrentamiento entre finlandeses y soviéticos del verano de 1944, las alternativas, los momentos y lugares decisivos, que deberían haberse descrito con claridad (más o menos sintética) en esta película, no se explican ni se comprenden en absoluto. Hay algunos mapas pero, si vale la similitud, son mapas que muestran el territorio “desde muy cerca”, sin una visión general. Lo mismo pasa con los nombres, los cargos y las batallas: se cuentan demasiado “al pie del cañón”. Dicho todo esto de otro modo: la película puede ser familiar e inteligible para el público finlandés, pero sólo para él.

Similar observación acerca de los caracteres. Hay un montón de caras y de nombres, que disfrutan de unos minutos y unos tiros, y luego desaparecen por completo. Imposible lograr ninguna empatía ni identificación con ellos, inimaginable comprender ni asumir sus tormentos y grandezas de hombres en combate.

El filme es, claramente, muy patriótico: hecho por fineses para un público finés, dando cuenta de la gesta y la grandeza de aquellos hombres en aquel verano crucial para la nación. Ignoro los efectos sobre la “moral nacional” finesa pero, visto con los ojos de un extraño, la causa nacional finesa no se nos traslada, ni a la mente ni al corazón, con la menor claridad ni intensidad.

Igual que sucede con el patriotismo, sucede con la épica. No se la ve por ningún sitio. No hay énfasis ninguno en los héroes ni en su heroísmo, no hay el menor recurso narrativo o descriptivo que exalte la hazaña finlandesa de resistir al coloso soviético, no hay ni siquiera una banda sonora que agite la “moral de lucha” o la vena épica del espectador.

Un par de intentos expresivos no funcionan en absoluto: pienso en el momento en que la cámara se detiene unos segundos sobre el abrigo del soldado, extendido sobre el suelo a modo de manta; o en ese otro en que, morosamente, la mirada se detiene sobre los bosques de los que parecen brotar las humaredas de los bombardeos. Fallidos ensayos de este tipo muestran claramente la absoluta inoperancia emocional de la película.

La realización es tan primitiva y rudimentaria que casi sobrecoge. La dirección del filme es tan monótona como el paisaje geográfico retratado. Ni un solo efecto, ni un solo recurso, ni un solo atisbo de originalidad, de vigor, de expresión. Siempre las mismas caras, que al final resultan tan iguales como los uniformes, siempre los mismos mensajes insípidos cruzados entre los personajes (la palabra “personaje” puede resultar demasiado generosa para estas fotografías de rostros que apenas hablan y que desaparecen inmediatamente de la escena), siempre los mismos tiroteos, las mismas armas e indumentarias, los mismos fogonazos cayendo sobre los mismos carros de combate, las mismas carreras y los mismos tiroteos entre los árboles. Y ni el menor intento por parte de los dos directores de la película de infundirle a todo ello un poco de variedad, de dinamismo, de nervio.

Una realización tan primitiva le hace a uno desear que, para su próximo filme bélico-patriótico, el cine finés subcontrate los servicios de cualquier productora norteamericana de medio pelo: indudablemente, los resultados serán mejores.

En la película, y en la Historia, los enemigos son los rusos, obviamente. Pues bien, ¿dónde están los rusos? No se les ve.

¿Cuántas veces llaman en la película a los camilleros? Creo que unas doscientas. Le hace a uno pensar que en el ejército finés había más personal sanitario que militar, o que los fineses llamaban a los doctores en cuanto una ramita de árbol les rozaba la piel. Es realmente ridícula la insistencia del guión en la llamada a los camilleros. ¿Quizá se trata de mostrar al público los primeros ensayos de un Estado de bienestar que, con las décadas, acabaría resultando tan exitoso?

En fin, una película muy, muy decepcionante. Una superproducción finesa hecha con fidelidad a la historia, con amplios recursos económicos, con docenas de actores y, sin duda, con las mejores intenciones pedagógicas y patrióticas, pero a la que falta todo vigor (y casi todo valor) artístico.          (17 de febrero de 2013)

No hay comentarios:

Publicar un comentario